Egon Schiele (1890-1918) uno de los pintores indispensables del Expresionismo (austríaco) afirmaba hace ya más de un siglo:
El arte no puede ser moderno, lo que tiene que ser es eterno.
En EL PAÍS de 28 de febrero, Borja Hermoso nos contó lo que iba a ser "sin asomo de duda, uno de los grandes acontecimientos artísticos del año a nivel europeo" hasta junio de 2011, por inaudito y por inexplicable... pues ahora, ¡por primera vez! se exponen los retratos y autorretratos de Schiele en Viena: www.belvedere.at
¿Inexplicable que durante más de cien años nadie encontrara el momento?
Si tenemos en cuenta que su obra indignó y desconcertó a la encorsetada sociedad vienesa de la época..., pero:
¿Cuándo un artista deja de ser incómodo para convertirse en un clásico?
¿Cuándo ese transgresor llamado Schiele dejó de ser moderno para convertirse en eterno?
En torno a... cómo o cuándo decidimos: 'quién se convierte en qué... con el paso del tiempo...' pienso en las palabras del poeta inglés W. H. Auden (1):
Hemos hecho camino desde aquel raro día
En que, sin darse cuenta, un espíritu humano
Decidió separarse de los simios,
Y bien lejos estamos, pero quién sabe ahora
Si lejos es avance o extravío,
Ni qué haremos aún en este viaje
De construcción paciente, de crimen impaciente,
Según la luz del sol, la sal, la hora.
Pues eso, quién sabe si considerar a Schiele un clásico, y exponer su obra ahora y no cuando era -solamente- ...oscuro, triste, incómodo..., es avance o extravío.
Auden siempre será uno de mis poetas favoritos...
(poetryandmore)