¿Malos Tiempos para la Lírica? Puede...

Golpes Bajos
ya nos advirtió de ello con esa fabulosa canción que siempre formará parte de nuestra mejor herencia musical. También el poeta Bertolt Brecht, cuyo lúcido poema Schlechte Zeit für Lyrik (Malos Tiempos para la Lírica) reflexionaba -cien años atrás- sobre cómo él y su entorno vivían cada vez más acorralados...
Pero ¿y hoy? ¿Acaso no estamos ahora -igual que entonces- cada vez más cercados en demasiados aspectos? Y con respecto a la Literatura ¿realmente nos quieren hacer creer que su capacidad de nombrar lo inombrable del modo más conciso resulta innecesaria? ¿O no resulta escandaloso cómo se margina a la Lírica en particular, cuya incisiva sagacidad puede despertar la capacidad crítica de quién la lee?
Bajo el endeble argumento de que la lírica no merece ser fomentada porque no produce suficientes lectores..., se contrapone la evidencia de que precisamente la Lírica Clásica, incluso en esta mercantilizada civilización, sigue siendo capaz de remover nuestras conciencias y de educar nuestra reflexión hasta el punto de llevarnos a (re)plantear algunos de nuestros enquistados comportamientos. De modo que, por mucho que quieran silenciar la importancia del Arte, de la Cultura, de la Filosofía, de la Literatura en general o de la lírica en particular... ¡No deberíamos olvidar cuánto pueden apuntalar nuestra sociedad!
Y ésta es la razón por la que existe este blog: para reivindicar su importancia y contribuir a su divulgación.

Miriam Dauster (poetryandmore)


domingo, 3 de abril de 2011

No me identifico con ninguno de estos tres conceptos: Dios... Patria... Rey...

Aún así, hay una noticia que me produce escalofríos: según parece, el Reino Unido, a partir de ahora, concederá la nacionalidad inglesa a cambio de una importante suma de dinero.

Lo que más me ofende de esta impúdica compra-venta es el tono aséptico con el que nos ha sido transmitida; en cómo los medios nos han restregado la insultante evidencia de que ya ni siquiera el arraigo está fuera del alcance de los tasadores. Y nos la han notificado con una impunidad que, cuanto más políticamente correcta parece, más ideológicamente sospechosa me resulta a mí.

Todos nosotros llegamos a identificarnos con un lugar que, por vivencias, afectos y demás circunstancias... nos hace sentirnos 'en casa', independientemente de si hemos nacido en él o no, pero yo -quizás por  considerarme más internacionalista que nacionalista- estimo necesario abordar las apropiaciones indebidas del capital(ismo) antes que dilucidar si una nacionalidad define realmente a un individuo... pues como dijo José Bergamín (1): 

Buscar las raíces no es más que una forma de andarse por las ramas.

Aún así, no puedo evitar preguntarme ¿cómo encajarán esta noticia los que sí se consideran nacionalistas?  
Esos que se adornan con banderas y que, en el peor de los casos, amenazan con un: "yo soy de aquí, tú no". 
Esos que olvidan que la 'tierra' no siempre es capaz de proporcionar sustento... y desprecian a los que hoy en día se ven obligados a abandonar sus casas; o, que no quieren admitir que la 'patria' no siempre nos protege... y en ocasiones, cuando las cosas se tuercen, incluso nos agrede...   
Como les sucedió a los escritores de la Exilliteratur (2), que aún sin ser un grupo homogéneo (ni ideológica, ni literariamente) coincidieron en verse condenados a abandonar su Heimat a causa del ascenso del Nazismo a partir de 1933; obligados a un exilio físico e intelectual, a la desubicación, a otra nacionalidad, a otros paisajes... y para siempre, pues la mayoría de ellos jamás regresó. Tristes circunstancias que también padeció el filósofo judío alemán, T. Adorno (3) como podemos leer en su Mínima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada:
 
Para un hombre que ha dejado de tener una patria
el escribir se convierte en 'su lugar' para escribir.

Quién sabe en qué medida puede afectar a un 'patriota' la noticia de que uno pueda -ahora ya legalmente- comprar una nacionalidad, una identidad. Pero, en mi opinión, también a él debería escandalizarle, y no tanto por sus creencias nacionalistas, si no por lo que dice Tomás Segovia (4):

Las identidades existen, pero no de hecho, por derecho. 
Invocar como derecho un hecho diferencial es lo contrario de la democracia:
es lo que invoca un rey respecto a sus antepasados.
La identidad siempre acaba en bombas.

Tanto las palabras de J. Bergamín como las de T. Segovia se las debo a Fernando Mateos Beato que tuvo a bien fijármelas por escrito ante la caída libre de valores que nos acorrala, precipitada, sin duda, por noticias como ésta que nos llega ahora desde UK. 
Por lo que a él, le dedico éstas otras:  NI DIOS   NI AMO
O como acaba de decir Stéphane Hessel: ¡Indignaos!  (Y actuad)

(poetryandmore)
P.D.: todos los autores citados en este texto conocieron el exilio y, alguno como Hessel, todavía hoy.