¿Malos Tiempos para la Lírica? Puede...

Golpes Bajos
ya nos advirtió de ello con esa fabulosa canción que siempre formará parte de nuestra mejor herencia musical. También el poeta Bertolt Brecht, cuyo lúcido poema Schlechte Zeit für Lyrik (Malos Tiempos para la Lírica) reflexionaba -cien años atrás- sobre cómo él y su entorno vivían cada vez más acorralados...
Pero ¿y hoy? ¿Acaso no estamos ahora -igual que entonces- cada vez más cercados en demasiados aspectos? Y con respecto a la Literatura ¿realmente nos quieren hacer creer que su capacidad de nombrar lo inombrable del modo más conciso resulta innecesaria? ¿O no resulta escandaloso cómo se margina a la Lírica en particular, cuya incisiva sagacidad puede despertar la capacidad crítica de quién la lee?
Bajo el endeble argumento de que la lírica no merece ser fomentada porque no produce suficientes lectores..., se contrapone la evidencia de que precisamente la Lírica Clásica, incluso en esta mercantilizada civilización, sigue siendo capaz de remover nuestras conciencias y de educar nuestra reflexión hasta el punto de llevarnos a (re)plantear algunos de nuestros enquistados comportamientos. De modo que, por mucho que quieran silenciar la importancia del Arte, de la Cultura, de la Filosofía, de la Literatura en general o de la lírica en particular... ¡No deberíamos olvidar cuánto pueden apuntalar nuestra sociedad!
Y ésta es la razón por la que existe este blog: para reivindicar su importancia y contribuir a su divulgación.

Miriam Dauster (poetryandmore)


domingo, 26 de febrero de 2012

Cada vez que la gente está deacuerdo conmigo... presiento que estoy equivocado...

Siempre he creído que estas palabras de Oscar Wilde tenían mucho de cierto... E incluso hoy las podría aplicar a este blog, pues aquí coincidimos una rara minoría de lectores que -como yo- creen que la poesía, la lírica (clásica) merece ser leída, disfrutada y rescatada... y, quizás, hoy más que nunca. Por ello, quisiera dedicar la entrada de esta semana exclusivamente a todos los que han hecho posible que este blog tenga sentido durante -ya- un año... aquí, en este medio y en estos tiempos, que si destacan por algo es por su carácter efímero.... Para todos ellos, este poema que me recordó el otro día el audaz lector Fernando Mateos de la magnífica poetisa Wislawa Szymborska Premio Nobel de Literatura 1996, fallecida este mes de febrero de 2012:

Cuando pronuncio la palabra FUTURO
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra SILENCIO
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra NADA
estoy creando algo que no cabe 
en ninguna no-existencia...

Pues eso, como dijo Marilyn Monroe que -quién lo diría- también se refugiaba en los poemas de Yeats o de Rilke:
"Todos dicen conocerme... 
aunque yo nunca diría que conozco realmente a alguien".

Y yo desde este no-lugar y aún sin conoceros a casi ninguno... quiero celebrar este primer año con vosotros y daros las gracias por pasaros por aquí, una y otra vez y desde tantos lugares remotos... (algo que no deja de sorprenderme), sólo por amor al arte de la literatura.
(poetryandmore)

domingo, 12 de febrero de 2012

¿Cómo llegó la serpiente hasta la torre?

O dicho de otro modo ¿Puede ser injusta la Justicia? Se supone que no.
Una y otra vez nos repiten eso de que 'La Ley es igual para todos', desde el Rey para abajo... Bien, veremos si eso se cumple con I. Urgandarín. Por lo pronto, según nos cuenta, p.e., la vocal del Poder Judicial, Margarita Robles, la sentencia al Juez Baltasar Garzón es "jurídicamente impecable".
Pero, cuando dice "jurídicamente" ¿quiere decir también éticamente impecable? Según muchas voces internacionales, no.
Lo único cierto es que, sobre esta crónica de una muerte más que anunciada..., todo el mundo ha necesitado y necesita hablar, comentar, opinar e incluso, actuar: http://www.avaaz.org/es/spain_truth_on_trial/?vl pues, para la mayoría, que el Tribunal Supremo haya condenado a Garzón a 11 años de inhabilitación (léase: haberle expulsado de la carrera judicial) por prevaricar en el Caso Gürtel, resulta desmesurado, tanto como este premonitorio poema de W. H. Auden:

Grandes maestros que habéis mostrado a la humanidad
un orden que aún tiene que encontrar.
¿Y si todo lo que los pedantes dicen de vosotros
en tanto que personajes fuera verdad?

Tanto más honor para vosotros entonces
si, más endebles que otros hombres,
tuvisteis el valor que sobrevive a
las vidas sucias, viles, egoístas,
si la pobreza o la fealdad,
la mala salud o el fracaso social
os expulsó de la vida para jugar
a vivir de otra manera.
Y, sin embargo, las presas vivas igualmente
se transformaron en cazadores sobre la marcha...
¿Quién
que alguna vez ha tenido la temeridad de 
creer que es uno de aquellos
que escogieron las grandes vocaciones,
no está perpetuamente asustado
de ser indigno de su oficio?

A menudo, 
a menudo debe enfrentarse,
tanto si los críticos censuran como si alaban,
joven, erudito, famoso o rico,
a ese Tribunal sumario que
celebra sesión perpetua,
y responder, 
si puede, 
a su intenso interrogatorio.

¿Quién
se puso en pie para leer
ante ese público mudo y atento
y no titubeó en su lectura
no tartamudeó, 
ni se sentó y agachó la cabeza?

Cada uno, hasta ese punto es liberal la ley,
puede elegir ante quién comparecer, 
elegir un espectro influyente
entre quienes más admira.

La situación de nuestros tiempos
nos rodea como un crimen incomprensible.
Ahí yace el cadáver medio desnudo 
que todos teníamos razón para detestar,
y todos somos sospechosos y estamos implicados
hasta que el misterio se resuelva
y se cierre bajo llave la causa 
que torna en disparate nuestras leyes.

¿Quién intenta proteger a Quién?
¿Quién se dejó una horquilla en la habitación?
¿Quién era la lejana figura que vieron comportarse de manera extraña en el prado?
¿Por qué no ladró el perro guardián?
¿Por qué no dejaron huella los pasos?
¿Dónde estaban los criados a esa hora?
¿Cómo llegó la serpiente hasta la torre?

Demorados en las democracias
por vanidades departamentales,
los sargentos rivales corren de aquí para allá 
aunque más para pelearse que para averiguar.
Sin embargo, donde la Fuerza se ha reducido 
a un inspector vestido de pardo,
convierte en asesino a quien le place
y cesa toda investigación.

Visto lo visto... ¿Cómo hacer para no perder la fe en la Justicia...?
¿Cómo aceptar ese contradictorio argumento -convertido, ahora, en Ley- de que lo que garantiza nuestro futuro está en un Despido más fácil y barato?
¿Quién puede negar las dudas que está empezando a generar la palabra escrita (en forma de sentencia, de Ley, de contrato...) a la que -hasta hace poco- otorgábamos una validez incuestionable?
En fin, ya lo dijo Auden:
Aunque el lenguaje puede ser inútil
no hay palabra escrita de puño del hombre 
que pueda detener la guerra
ni estar a la altura del alivio de su inconmensurable desdicha.
(poetryandmore)