¿Malos Tiempos para la Lírica? Puede...

Golpes Bajos
ya nos advirtió de ello con esa fabulosa canción que siempre formará parte de nuestra mejor herencia musical. También el poeta Bertolt Brecht, cuyo lúcido poema Schlechte Zeit für Lyrik (Malos Tiempos para la Lírica) reflexionaba -cien años atrás- sobre cómo él y su entorno vivían cada vez más acorralados...
Pero ¿y hoy? ¿Acaso no estamos ahora -igual que entonces- cada vez más cercados en demasiados aspectos? Y con respecto a la Literatura ¿realmente nos quieren hacer creer que su capacidad de nombrar lo inombrable del modo más conciso resulta innecesaria? ¿O no resulta escandaloso cómo se margina a la Lírica en particular, cuya incisiva sagacidad puede despertar la capacidad crítica de quién la lee?
Bajo el endeble argumento de que la lírica no merece ser fomentada porque no produce suficientes lectores..., se contrapone la evidencia de que precisamente la Lírica Clásica, incluso en esta mercantilizada civilización, sigue siendo capaz de remover nuestras conciencias y de educar nuestra reflexión hasta el punto de llevarnos a (re)plantear algunos de nuestros enquistados comportamientos. De modo que, por mucho que quieran silenciar la importancia del Arte, de la Cultura, de la Filosofía, de la Literatura en general o de la lírica en particular... ¡No deberíamos olvidar cuánto pueden apuntalar nuestra sociedad!
Y ésta es la razón por la que existe este blog: para reivindicar su importancia y contribuir a su divulgación.

Miriam Dauster (poetryandmore)


domingo, 5 de junio de 2011

Las estrellas son niños errantes que ignoran la aritmética

Difícil, muy difícil, resulta comprender cómo es posible que el maltrato infantil sea algo tan universal, tan frecuente, tan escandalosamente común, tan silenciado...
Poco, demasiado poco, nos ocupamos de este tema.
Por eso se agradecen tanto iniciativas como la de Montxo Armendáriz con su película:  
No tengas miedo http://www.youtube.com/watch?v=EZPt4ofJi80
Hay días especialmente dolorosos donde los medios de comunicación nos recuerdan el macabro repertorio de maltrato físico, psíquico y sexual practicado a niños y niñas en cualquier parte del mundo y por cualquier tipo de persona o institución.
Así, junto a todas las niñas chinas que dejaban morir en los orfanatos en los ’70 (porque no eran varones)… o los curas y sacerdotes católicos que abusaron y maltrataron a miles de niños durante décadas… o los cientos de hombres que son detenidos cada semana por lucrarse y/o consumir pornografía infantil… o todos los niños vendidos aquí en España durante la primera mitad del siglo XX por médicos y monjas compinchados en decirles a las madres que sus hijos habían muerto…
Ahora, nos enteramos que existen granjas específicas donde los recién nacidos son vendidos como conejillos de indias para todo tipo de rituales -y que no es la primera-; o nos recuerdan el caso de ese individuo que tuvo secuestrada a una niña durante más de veinte años para satisfacerse sexualmente (¡con la complicidad de su esposa!) -y no es el primero-; y mientras vemos la cara del monstruo… nos avisan que estemos atentos pues al parecer, un tanto por ciento muy elevado del maltrato se produce en el ambiente familiar… o en el escolar…, pues justo esa semana han detenido a otro profesor por pederasta… y… al hilo, nos enseñan a un maestro egipcio cuya violencia con unos niñitos nos deja sin aliento.
En fin, la lista de ejemplos es tan larga como desgarradora… tan triste como las certeras palabras del poeta Germán Bleiberg:
¡Tanta luz en tus ojos, tanta noche!
El daño que todos esos malnacidos han hecho y hacen a tantos seres inocentes e indefensos, entristece e indigna a unos niveles indescriptibles.
Dicen que la violencia engendra violencia. Pero seguro que, entre todos esos niños y niñas, habrá muchos cuya bondad, generosidad y dignidad esté -incluso- por encima del inconmensurable maltrato que sufrieron, y que, de adultos, no son en absoluto como sus maltratadores. A todos y cada uno de ellos, mi más profunda admiración y este hermoso poema que Rafael Alberti dedicó a
Los ángeles colegiales
Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sólo cuando la mirábamos.

Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.

Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.

Sólo sabíamos que una recta, 
si quiere, 
puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.
(poetryandmore)