En este periodo de precampaña en el que, los que nos saturan de información nos piden reflexión, los que nos abruman con sus monólogos públicos y transferibles nos piden una respuesta privada e intransferible…, quizás lo más acertado sería desconectar, en la medida de lo posible, para reconsiderar cuál puede ser la mejor opción (política). Y hacerlo al margen de las vergonzantes (por despilfarradoras) campañas… pues además, si nos dejamos llevar por los discursos -y debates- prefabricados, corremos el riesgo de que nuestra percepción de la realidad se aleje cada vez más de nuestras necesidades... Como apunta el poeta inglés W. H. Auden en estos dos fragmentos de Dichtung und Warheit:
III
Leo un poema de otra persona
en el que se despide de su amada entre lágrimas:
en el que se despide de su amada entre lágrimas:
el poema es bueno (me conmueve como lo hacen otros poemas buenos)
y genuino (reconozco ‘la impronta’ del poeta).
Luego, en una biografía, descubro que,
por las mismas fechas en que lo escribió,
el poeta estaba harto de la muchacha pero fingió llorar
a fin de evitar una escena y no herir sus sentimientos.
¿Afecta este dato a mi apreciación de su poema?
En absoluto: nunca conocí a su autor personalmente
y su vida privada no es asunto mío.
¿Afectaría a mi apreciación si yo hubiera escrito el poema?
Así lo espero.
IV
Si fuera compositor, creo que podría producir una pieza musical
que expresara a un oyente lo que quiero decir cuando pienso la palabra amor,
Pero me sería imposible componerla de tal forma que expresara a un oyente lo que quiero decir cuando pienso la palabra amor,
que supiera que sentía ese amor hacia Ti
(no hacia Dios o mi madre o el sistema decimal).
El lenguaje de la música es, como si dijéramos, intransitivo,
Y es justo esa intransitividad lo que hace absurdo
que un oyente pregunte:
que un oyente pregunte:
“¿Está convencido el compositor de lo que dice
o sólo está fingiendo?”
o sólo está fingiendo?”
Seamos pues, nosotros mismos, los que nos hagamos las preguntas para encontrar la respuesta adecuada, eso sí, siempre con la mejor música (y compañía) posible... como, por ejemplo, ésta:
(poetryandmore)