¿Malos Tiempos para la Lírica? Puede...

Golpes Bajos
ya nos advirtió de ello con esa fabulosa canción que siempre formará parte de nuestra mejor herencia musical. También el poeta Bertolt Brecht, cuyo lúcido poema Schlechte Zeit für Lyrik (Malos Tiempos para la Lírica) reflexionaba -cien años atrás- sobre cómo él y su entorno vivían cada vez más acorralados...
Pero ¿y hoy? ¿Acaso no estamos ahora -igual que entonces- cada vez más cercados en demasiados aspectos? Y con respecto a la Literatura ¿realmente nos quieren hacer creer que su capacidad de nombrar lo inombrable del modo más conciso resulta innecesaria? ¿O no resulta escandaloso cómo se margina a la Lírica en particular, cuya incisiva sagacidad puede despertar la capacidad crítica de quién la lee?
Bajo el endeble argumento de que la lírica no merece ser fomentada porque no produce suficientes lectores..., se contrapone la evidencia de que precisamente la Lírica Clásica, incluso en esta mercantilizada civilización, sigue siendo capaz de remover nuestras conciencias y de educar nuestra reflexión hasta el punto de llevarnos a (re)plantear algunos de nuestros enquistados comportamientos. De modo que, por mucho que quieran silenciar la importancia del Arte, de la Cultura, de la Filosofía, de la Literatura en general o de la lírica en particular... ¡No deberíamos olvidar cuánto pueden apuntalar nuestra sociedad!
Y ésta es la razón por la que existe este blog: para reivindicar su importancia y contribuir a su divulgación.

Miriam Dauster (poetryandmore)


domingo, 20 de marzo de 2011

Wilde me llevó a Japón... allí me encontré a Caín

Oscar Wilde afirmó en una ocasión:
Siempre que la gente me habla del clima, me parece que habla de otra cosa. 
 
Estas palabras de Wilde siempre me parecieron muy ingeniosas... 
Ahora, me dan vértigo.
La profundidad abisal que han adquirido para mí en estos últimos tiempos es proporcional al dantesco panorama que nos llega desde Japón.

Cada vez que oigo hablar de meteorología, entiendo que me están hablando de cuestiones extremadamente graves que, aunque incapaz de abarcarlas, me resultan hasta tal punto inquietantes que me hacen sentir ante un precipicio...
Soy consciente de que yo he contribuido al sufrimiento que están padeciendo ahora los japoneses, ...a la magnitud de su tragedia.
¿Lo hice conscientemente? ¡No, por supuesto que no! Pero:
¿Acaso la desidia no es igual de punible?
¿Acaso nuestra insistente falta de respeto a la naturaleza (esto es, nuestra arrogante falta de temor hacia ella) no es deplorable? 
¿O acaso yo -al igual que la mayoría- no me dejo acolchar por las justificaciones capitalistas con las que perpetrar nuestra codicia depredadora? Ésa que, entre otras muchas posesiones cuestionables, nos lleva  a admitir las Centrales Nucleares como  'proyectos de futuro'... y que hoy vigilamos con temor, pues nos obligan a calibrar, de nuevo, la indomable fuerza de la Naturaleza.

Es posible que algún cínico lea este texto como otra 'pseudo-reflexión ecologista' en la que, más que un convencimiento real de que sí deberíamos hacer las cosas de otro modo, tan sólo perciba vacuidad... Aún así, yo le invito, también a él, a detenerse en este poema de D. Capetanakis(1) para reflexionar sobre si no estamos obligados a dominar las tentaciones del Caín que todos llevamos dentro:
                          ABEL
A mi hermano Caín, el herido, le gustaba sentarse
Rozando mi hombro, junto al agua vistosa
De la vida o de la muerte, en cines semi-iluminados
Por escenas de paz que siempre degenaraban en matanzas.

Le gustaba hablarme. Su voz ansiosa
Susurraba el misterio de su sed sangrante
O me rogaba que no hiciera mi elección final,
A menos que la discutiéramos previamente.

Y luego eligió para mí el dolor definitivo.
No culpo a su naturaleza: es mi hermano;
Ni tampoco a lo que llamáis la época: nuestro amor era libre
Sería igual que en cualquier tiempo; se trata más bien

De la sempiterna ambigüedad de las cosas
Que hace que nuestra vida signifique muerte, nuestro amor sea odio.
Mi sangre en torrente por el dormitorio canta: 
"¡Yo soy mi hermano que abre la puerta!"

Admiro profundamente la lucidez de esos poetas que no sintieron la tentación de simplificar la complejidad del ser humano; que intentaron ahondar y comprender por qué necesitamos crear con la misma intensidad que destruir.
Y, por lo mismo, también admiro a ciertos artistas que hoy en día, lejos de mirarse el ombligo, insisten en seguir indagando... dejándose la piel (me consta) en proyectos como:  www.problema-thefilm.org

(poetryandmore)