Acertada frase del escritor y humorista argentino R. Fontanarrosa para describir este mundo capitalista en el que comerciantes, gobernantes, gestores... han decidido que cada día del año es un Día Intermancional o Mundial de algo... Y claro, con sólo 365 días, uno no da a basto... y un día cualquiera te puedes encontrar con que el Día Internacional del Cáncer coincide -como mínimo- con el Día Global de las Señales de Tráfico... Y a estas alturas ya no importa quién o por qué se decide que a tal o cual día se le asigna una u otra etiqueta... lo que sí se entiende perfectamente es que pocos se tomen en serio la mayoría de estos dudosos títulos.
Hoy, sin ir más lejos, por ejemplo, es el Día de la Madre y el día Mundial de la Risa... y tampoco sabemos si esta coincidencia se debe al hecho de que los niños llegan a este mundo llorando... pues como dice la voz popular:
Todos al nacer sabemos llorar, lo que necesitamos después es aprender a reír.
Y así, en días como hoy, todos los teledirarios, expertos en mezclar lo más trascendental con lo más prescindible, lo más cotidiano con lo más esotérico, te preguntan:
¿Cuántas veces se ríe usted al día?
¿Cuántas veces se ríe usted al día?
Y además del desconcierto metafísico inicial que puede causar la pregunta...
Sorprende aún más lo de ¿...al día?
Sorprende aún más lo de ¿...al día?
Están de guasa, claro... Porque con la que está cayendo...
Aunque, sí es cierto que lo de reír debe ser algo tan intrínseco e inevitable como llorar, porque a pesar de que a F. W. Nietsche no le faltaba razón cuando afirmaba:
El hombre sufre tan terriblemente en este mundo
que se ha visto obligado a inventar la risa.
Lo cierto es que, y contra todo pronóstico, somos capaces de reír y reír mucho en las situaciones más adversas, y a pesar de todo y de todos... Ya sea porque nos lo proponemos o porque lo llevamos tan dentro que a veces hasta nos sorpende a nosotros mismos, como muy bien dijo F. M. Dostoyevski:
En ese instante sentí una horrible tristeza
y, sin embargo,
algo así como un brote de risa
empezó a cosquillearme el alma.
Pues cuando eso sucede es como un regalo, ya que de algún modo consigue situarse por encima de todo lo demás. Porque lo cierto es que debemos y necesitamos reírnos para sobreponernos, para coger fuerzas, para recuperar la pespectiva, para adquirir otra... para ser felices... que -no nos olvidemos- para eso y poco más estamos aquí. Necesitamos reírnos para -a ser posible- contagiar a todos los que nos rodean con una explosión de felicidad tan maravillosa y espontánea como la de este bebé, que se diría que sí sabe cómo celebrar un acontecimiento cualquiera de la vida:
(poetryandmore)