¿Malos Tiempos para la Lírica? Puede...

Golpes Bajos
ya nos advirtió de ello con esa fabulosa canción que siempre formará parte de nuestra mejor herencia musical. También el poeta Bertolt Brecht, cuyo lúcido poema Schlechte Zeit für Lyrik (Malos Tiempos para la Lírica) reflexionaba -cien años atrás- sobre cómo él y su entorno vivían cada vez más acorralados...
Pero ¿y hoy? ¿Acaso no estamos ahora -igual que entonces- cada vez más cercados en demasiados aspectos? Y con respecto a la Literatura ¿realmente nos quieren hacer creer que su capacidad de nombrar lo inombrable del modo más conciso resulta innecesaria? ¿O no resulta escandaloso cómo se margina a la Lírica en particular, cuya incisiva sagacidad puede despertar la capacidad crítica de quién la lee?
Bajo el endeble argumento de que la lírica no merece ser fomentada porque no produce suficientes lectores..., se contrapone la evidencia de que precisamente la Lírica Clásica, incluso en esta mercantilizada civilización, sigue siendo capaz de remover nuestras conciencias y de educar nuestra reflexión hasta el punto de llevarnos a (re)plantear algunos de nuestros enquistados comportamientos. De modo que, por mucho que quieran silenciar la importancia del Arte, de la Cultura, de la Filosofía, de la Literatura en general o de la lírica en particular... ¡No deberíamos olvidar cuánto pueden apuntalar nuestra sociedad!
Y ésta es la razón por la que existe este blog: para reivindicar su importancia y contribuir a su divulgación.

Miriam Dauster (poetryandmore)


domingo, 16 de septiembre de 2012

De mayor quiero ser vieja... ¡y parecerlo!

Siempre tuve la certeza de que, en unos pocos años, los no retocados seríamos una élite cuya dignidad, la de asumirse uno como es, sería valorada mucho más allá de la estética. Pero va ser que no, que para nada, más bien todo lo contrario según concluyen ahora los expertos: los jóvenes de hoy (los que tomarán las decisiones pasado mañana) debido a que "la medicina estética y la cirugía plástica han saturado la cultura" ya no sólo desprecian la edad si no que pronto ya no sabrán ni distinguirla... como recoge María Olivar en ¿Se ha convertido lo artificial en un nuevo cánon? (S Moda núm.49):  
"Las nuevas generaciones aceptan el artificio. Photoshop está asimilado; la medicina y la cirugía estética también. La distinción entre realidad y artificialidad está desapareciendo, lo natural se difumina; ya no es un valor. Envejecer sin ayuda de la medicina ya no se lleva. Los niños crecen con imágenes distorsionadas del envejecimiento. Lo peor es que estos avances médicos han logrado que dudemos al conocer alguien de 20 años: es difícil saber si tiene 20 o 40 años. Todos se retocan y todos acaban con un rostro artifical."
¿Todos? Todos no. 
Pero quizá no estaría de más recordarle a esa inmensa mayoría lo advertido por César Aira:
Del ridículo nunca se vuelve
Ni se vuelve, ni conduce a nada bueno porque es evidente que esta, cada vez más alentada y rentable, falta de capacidad crítica, propicia espectáculos deplorables como el del Ecce Homo del pueblo de Zaragoza que, como muy bien resumió EL PAÍS: 
"El caso representa la victoria de la banalidad en un mundo infantilizado y cínico."
Y sí, la falta de profesionalidad (y el mal gusto) de esta señora con ínfulas de artista no tiene perdón..., pero, ¿y los que se lo encargaron? ¿Comprobaron su trayectoria? ¿Y hasta qué punto son culpables de fomentar semejante intrusismo profesional? Aunque lo peor: la ingente e histérica masa de ¿retocados?, ¿fanáticos del photoshop? que defienden ese bochornoso despropósito como si pudiera llegar a formar parte de nuestro patrimonio cultural. Cuando lo que hay que defender es que hasta el rostro más deteriorado debería de ser respetado tal como es.
Por desgracia, todo esto no hace sino constatar aún más que los que consideramos una aberración aplaudir semejante bodrio somos una minoría, los raros, los no retocados... que cada vez seremos menos y que cada vez estaremos más aislados como... ¿la cultura? Por que, viendo que hasta la estética ha perdido definitivamente toda ética ¿qué futuro le espera a la cultura? ¿Sólo el económico? 
Es algo difícil de aceptar por mucho que nos lo vengan avisando, desde hace ya mucho, escritores como Aira, por ejemplo, en su novela El Mago:
 -Yo nunca me habría atrevido a ser Ministro. Mago y todo, es algo que me supera.
-¡Dígamelo a mí!
-Debe haber tantos detalles que tomar en cuenta, para cada decisión.
-En el área de Cultura, los únicos detalles que cuentan son los económicos. Una vez que tengo la plata en la mano, lo demás se hace solo.
-Me imagino que tendrá que pelear mucho el presupuesto en el Consejo de Ministros.
-Ahora no, <<che>>. Al contrario: me he independizado del presupuesto. Ahora todo se hace con espónsores, y ha sido un cambio para bien. Siempre hay un banco dispuesto a aflojar un millón o dos para actividades culturales. ¡A ellos qué que les importa! Para ellos no es plata, sino números en una planilla. Ni se enteran. Yo tampoco, lamentablemente, ja ja. Los números compensan a los números, hasta que da cero; todos roban  ¡y tan contentos!
¿Tan contentos? ¡Qué bonito!
De todas formas, eso era hasta ayer... hoy ya no. Ahora eso ya no basta, hay que ir más allá: hay que banalizar la cultura, simplificarla al máximo, para convertirla en consumo fácil y rápido, para que dé beneficios fáciles y rápidos. 
Así que, desfigurar un rostro, con pintura o bótox, que más da ¡si va aportar beneficios!
¿Y la Literatura? ¡A quién le importa!
Porque, si como aseguran ahora los expertos, un joven pronto ya no sabrá distinguir un rostro artificial del que no lo es (por lo tanto, valorar las huellas que afean nuestros rostros), mucho menos querrá perder el tiempo con algo como un libro que ni siquiera se puede combinar con otra cosa; no se puede leer mientras se charla, se mira la tele o se chatea (ni siquiera un best-seller...).
En palabras del autor de El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan Patricio Pron:
"¿Cómo se le puede pedir a alguien que tenga paciencia para leer literatura si ese alguien no es capaz de aguantar, sin enfermarse, que el semáforo cambie de rojo a verde?"
Y si el hecho de que los jóvenes no lean literatura es grave, muy grave, mucho peor es que no sepan distinguir siquiera lo que están leyendo, como apunta el editor Damián Tabarovsky al hablar, precisamente, de un referente incomensurable como César Aira:
"Aira que es un escritor maravilloso y de una erudición absoluta, sin embargo, está siendo leído de una manera muy trivial o convencional, lo que produce una literatura neo pop, llana, carente de interés. Hay demasiadas novelas a lo 'Aira'."
Pues recorrer a Aira sólo por la superficie es como (qué mejor que usar las palabras del propio escritor para describirlo):
Como recorrer una ciudad con el mapa de otra, y no darse cuenta nunca del equívoco.
Osea, inexplicable. Tanto, como no advertir la inteligencia e ironía, por citar sólo dos cualidades, de esta conversación entre el Mago y el Ministro (dice éste último):
-Respeto muchísimo el talento creativo, porque yo no lo tengo. El trato con esa gente es lo que más me enriquece la vida.
-Sin embargo, he oído decir que un escritor al que uno ha leído y admirado puede resultar decepcionante en el trato personal.
-¡Nunca me ha pasado! Más bien le diría que me ha sucedido todo lo contrario: siempre me han sorprendido, me han dejado pensando. ¡Qué limitada es la vida de los que no cultivamos el espíritu! ¡Cuánto nos perdermos al dejarnos arrastrar por las mezqauinas ocupaciones prácticas, al dejar que la vulgar realidad nos controle! Deberíamos aprender a soñar. 
Pero entiendo el punto de vista de los que le han dicho eso. Los escritores también son seres humanos, ¿no? Y las expectativas siempre son excesivas, es parte del juego, ¿no? 
En realidad -agregó poniéndose pensativo, en una pose intensamente intelectual (afectada) que le hacía resaltar el bigote-, ¡no hay modo de comprobarlo! Un escritor siempre va a transformarlo todo, y entonces no hay un punto de referencia firme. Esta misma conversación que estamos teniendo usted y yo, la agarra un escritor y hace una transcripción que ni usted ni yo entendemos nada.

Por decir algo, más que con ánimo sincero de polemizar, el Mago objetó:
-Yo desconfío de los escritores que embellecen las cosas. Para mí el realismo es un sine qua non.
-¡Para mí también! A eso me refería justamente. Al realismo. 
A la cantidad de cosas que los muy hijos de puta le hacen creer a uno.
(poetryandmore)