¿Malos Tiempos para la Lírica? Puede...

Golpes Bajos
ya nos advirtió de ello con esa fabulosa canción que siempre formará parte de nuestra mejor herencia musical. También el poeta Bertolt Brecht, cuyo lúcido poema Schlechte Zeit für Lyrik (Malos Tiempos para la Lírica) reflexionaba -cien años atrás- sobre cómo él y su entorno vivían cada vez más acorralados...
Pero ¿y hoy? ¿Acaso no estamos ahora -igual que entonces- cada vez más cercados en demasiados aspectos? Y con respecto a la Literatura ¿realmente nos quieren hacer creer que su capacidad de nombrar lo inombrable del modo más conciso resulta innecesaria? ¿O no resulta escandaloso cómo se margina a la Lírica en particular, cuya incisiva sagacidad puede despertar la capacidad crítica de quién la lee?
Bajo el endeble argumento de que la lírica no merece ser fomentada porque no produce suficientes lectores..., se contrapone la evidencia de que precisamente la Lírica Clásica, incluso en esta mercantilizada civilización, sigue siendo capaz de remover nuestras conciencias y de educar nuestra reflexión hasta el punto de llevarnos a (re)plantear algunos de nuestros enquistados comportamientos. De modo que, por mucho que quieran silenciar la importancia del Arte, de la Cultura, de la Filosofía, de la Literatura en general o de la lírica en particular... ¡No deberíamos olvidar cuánto pueden apuntalar nuestra sociedad!
Y ésta es la razón por la que existe este blog: para reivindicar su importancia y contribuir a su divulgación.

Miriam Dauster (poetryandmore)


jueves, 21 de abril de 2011

Menos rezar y más leer… Menos compasión y más acción...

He adelantado mi entrada del domingo al jueves pues la Semana Santa merece mención aparte; habitualmente renuevo los poemas los domingos, pero hoy no es un jueves cualquiera; hoy es un día festivo y para algunos, hasta santo. Pero para todos los que NO sois esclavos de Cristo os dedico uno de los mejores fragmentos de prosa poética clásica, el monólogo final del replicante Roy Batty en Blade Runner: 

Es toda una experiencia vivir con miedo ¿verdad?
Eso es lo que significa ser esclavo.

Yo 
He visto cosas que vosotros no creeríais: 
Atacar naves en llamas más allá de Orión.

He visto Rayos-C brillar en la oscuridad 
cerca de la Puerta de Tannhausen.

Todos esos momentos 
Se perderán en el tiempo
Como
Lágrimas en la lluvia.

Es hora de morir...

Si te ha gustado leerlo, quizás quieras oírlo:
 (poetryandmore)

P.D.: Y por si acaso en este blog laico (agnóstico, y si hiciera falta, ateo) se ha extraviado ... alguno de esos devotos que aprovecha estos días para presumir de ‘penitencia y sufrimiento’ gracias a la indignante parafernalia exhibicionista de los rituales católicos... Yo le digo: ¡Menos sufrir y más escribir!  Sí, menos sufrir: lee, escucha, al poeta uruguayo Roberto Appratto, y aprende:

domingo, 17 de abril de 2011

Entre el Oriente medieval que prohíbe mostrarse y el Occidente actual que prohíbe ocultarse... hemos llegado al siglo XXI

¿Con qué argumento crees que puedes taparte la cara?
Según están las cosas, hay donde elegir: por obligación, por tradición, por devoción... o con un argumento cultural, racista, sexista, religioso... Claro que, si se opta por no renunciar a ninguno de ellos, al parecer, vale también una mezcla de todos.
Lo peor es que a determinadas personas -en su mayoría hombres- eso de que las mujeres sólo oculten una parte de su cuerpo no les satisface. Según tengo entendido, para esos casos también hay donde elegir, pues además del hiyab que tapa el cabello, existe el niqab que sólo deja libres los ojos, o ya el burka -una prenda originaria de Afganistán- que oculta totalmente el cuerpo de la mujer con excepción de una pequeña y tupida rejilla que aunque le permite respirar... reduce, entre otras muchísimas cosas, su ángulo de visión de tal modo que ni siquiera le permite ver con claridad por dónde camina.
Y aunque sabemos que el ser humano es capaz de adapatarse a casi todo ¿realmente es necesario?
Según nos explica Bertolt Brecht en su poema Las Muletas, en absoluto: 

Durante siete años no pude dar un paso. 

Cuando fui al gran médico, 
me preguntó: "¿Porqué llevas muletas?"
Y yo le dije: "Porque estoy tullido".
"No es extraño" me dijo. 
"Prueba a caminar. 
Son esos trastos los que te impiden andar. 
¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas!"


Riendo como un monstruo
me quitó mis hermosas muletas, 
las rompió en mi espalda y sin dejar de reír
las arrojó al fuego.

Ahora estoy curado. 
Ando.
Me curó una carcajada.
Tan sólo a veces, cuando veo palos,
camino algo peor durante unas horas.

La prohibición esta semana en Francia del velo integral en espacios públicos ha reavivado la polémica sobre la utilización de estas prendas en Europa. En la Europa en la que yo he nacido y, aunque he conocido una Dictadura, vivimos en Democracia y eso me otorga el privilegio, el derecho, de ir a cara descubierta a donde yo quiera, del mismo modo que cualquier hombre.
No tengo la obligación moral de tapar mi cara para 'protegerme'.
Ni corro el riesgo de 'ofender' a nadie si enseño mi cabello. 
Es más, en ésta mi realidad, no sólo no le debo respeto a Dios, sino que, además,  puedo cuestionar su existencia. Esto es, tengo el derecho de escoger en qué y en quién creer o, incluso, preguntar publicamente en qué te conviertes si llevas una de esas prendas, uno de esos símbolos jerárquicos... En cuestionar si por llevarlos te conviertes en una persona peor, porque estás consintiendo, contribuyendo y fomentando la desigualdad entre hombres y mujeres, entre personas.
Aunque lo más triste es que esta regulación occidental, aún siendo una imposición absolutamente necesaria, parece que, lejos de invitar a la madurez, conduce a la obstinación... como ha sucedido esta semana en Francia, donde demasiadas mujeres con burka oriental y cheque occidental en mano, han retado a las autoridades para demostrarles que no están dispuestas a dejar de ocultarse, de seguir fomentando la desigualdad y  que quieren optar 'libremente' por seguir aferrándose a esas terribles representaciones de dominación impuestas por los hombres, sus maridos, padres, parejas o al Dios ¿masculino? que quizás ¿creen llevar dentro?
Pues a todas esas mujeres, a los que las dominan -física o mentalemente- y todos los observadores pasivos les dedico esta Loa a la duda de Brecht:  

¿De qué le sirve poder dudar
a quien no puede decidirse? 

Puede actuar equivocadamente
quien se contente con razones demasiado escasas,
pero quedará inactivo ante el peligro
quien necesite demasiadas.

Tú que eres el dirigente, no olvides
que lo eres porque has dudado de los dirigentes.
Permite, por lo tanto a los dirigidos
DUDAR.

(poetryandmore)
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P.D.: Para todos a los que os interese este tema, Ángeles Ramírez acaba de publicar: La trampa del velo http://catarata.org/libro/mostrar/id/651 donde aborda, no sólo la doble moral en torno a esta prenda sino también, cómo se ha convertido en símbolo de conflicto tanto en Oriente como en Occidente.

domingo, 10 de abril de 2011

A veces, en días de luz perfecta y exacta, nadie muere

Cuando una persona mata a otra... la humanidad, en su conjunto, sufre una regresión. Pero si, encima, lo hace porque considera que está legitimado, que tiene derecho a ello, entonces, se convierte en una monstruosidad.
No importa si se trata de la OTAN errando el tiro porque, según esbozan, no hicieron los deberes.
No importa que sea un Gobierno aplicando la pena de muerte alegando que con ello da un castigo ¡¿ejemplar?!!
No importa si es un hombre maltratando a una mujer hasta matarla porque considera que -sólo así- 'la hará entrar en razón'...
En cualquier caso, como nos explica el poeta R. M. Rilke (1) siempre será un "Final" desolador:
La muerte es grande
Boca sonriente, 
le pertenecemos.
Cuando en lo mejor de la vida nos creemos
ella osa 
llorar sobre nosotros.
Y ya absolutamente abobinable resulta cuando alguien -tipo el Sr. Sostres- superficializa y banaliza alguna de esas muertes ¿intentando anteponer su mezquina vanidad personal frente a la tragedia y sufrimiento ajenos?
Y aún más siniestro resulta, cuando alguien -como los que deciden en el periódico EL MUNDO- consienten deliberadamente esa mezquindad y (amparándose en un peligroso y calculado eufemismo llamado 'libertad de expresión') le ceden un medio: le dan voz...
Entonces, uno siente que estamos realmente perdidos, totalmente desamparados; uno siente la amenaza velada detrás de cada sonrisa como diría Alberto Caeiro (2):
A veces, en días de luz perfecta y exacta
Cuando las cosas tienen toda la realidad que pueden tener, 
sin prisas me pregunto
por qué llego a atribuir siquiera
la belleza a las cosas.

Una flor, ¿tiene acaso belleza?
¿Es bello, acaso, un fruto?
No. Tienen forma y color,
y la existencia apenas.

Belleza es el nombre cualquiera de una cosa que no existe
y que doy a las cosas a cambio del placer que me dan.
No significa nada.
Entonces, ¿por qué digo de las cosas que son bellas?

Hasta mí, que vivo tan sólo de vivir,
invisibles vienen a encontrarme las mentiras del hombre
ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil es ser uno mismo
y no ver sino cuanto es visible!

Sí, y qué difícil tener que convivir con determinados individuos...
Pero ojo, yo desde aquí les digo lo que Radio Futura
Vas por ahí sin prestar atención
y cae sobre ti una maldición...

Pues eso, a ver si es verdad.
(poetryandmore)

domingo, 3 de abril de 2011

No me identifico con ninguno de estos tres conceptos: Dios... Patria... Rey...

Aún así, hay una noticia que me produce escalofríos: según parece, el Reino Unido, a partir de ahora, concederá la nacionalidad inglesa a cambio de una importante suma de dinero.

Lo que más me ofende de esta impúdica compra-venta es el tono aséptico con el que nos ha sido transmitida; en cómo los medios nos han restregado la insultante evidencia de que ya ni siquiera el arraigo está fuera del alcance de los tasadores. Y nos la han notificado con una impunidad que, cuanto más políticamente correcta parece, más ideológicamente sospechosa me resulta a mí.

Todos nosotros llegamos a identificarnos con un lugar que, por vivencias, afectos y demás circunstancias... nos hace sentirnos 'en casa', independientemente de si hemos nacido en él o no, pero yo -quizás por  considerarme más internacionalista que nacionalista- estimo necesario abordar las apropiaciones indebidas del capital(ismo) antes que dilucidar si una nacionalidad define realmente a un individuo... pues como dijo José Bergamín (1): 

Buscar las raíces no es más que una forma de andarse por las ramas.

Aún así, no puedo evitar preguntarme ¿cómo encajarán esta noticia los que sí se consideran nacionalistas?  
Esos que se adornan con banderas y que, en el peor de los casos, amenazan con un: "yo soy de aquí, tú no". 
Esos que olvidan que la 'tierra' no siempre es capaz de proporcionar sustento... y desprecian a los que hoy en día se ven obligados a abandonar sus casas; o, que no quieren admitir que la 'patria' no siempre nos protege... y en ocasiones, cuando las cosas se tuercen, incluso nos agrede...   
Como les sucedió a los escritores de la Exilliteratur (2), que aún sin ser un grupo homogéneo (ni ideológica, ni literariamente) coincidieron en verse condenados a abandonar su Heimat a causa del ascenso del Nazismo a partir de 1933; obligados a un exilio físico e intelectual, a la desubicación, a otra nacionalidad, a otros paisajes... y para siempre, pues la mayoría de ellos jamás regresó. Tristes circunstancias que también padeció el filósofo judío alemán, T. Adorno (3) como podemos leer en su Mínima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada:
 
Para un hombre que ha dejado de tener una patria
el escribir se convierte en 'su lugar' para escribir.

Quién sabe en qué medida puede afectar a un 'patriota' la noticia de que uno pueda -ahora ya legalmente- comprar una nacionalidad, una identidad. Pero, en mi opinión, también a él debería escandalizarle, y no tanto por sus creencias nacionalistas, si no por lo que dice Tomás Segovia (4):

Las identidades existen, pero no de hecho, por derecho. 
Invocar como derecho un hecho diferencial es lo contrario de la democracia:
es lo que invoca un rey respecto a sus antepasados.
La identidad siempre acaba en bombas.

Tanto las palabras de J. Bergamín como las de T. Segovia se las debo a Fernando Mateos Beato que tuvo a bien fijármelas por escrito ante la caída libre de valores que nos acorrala, precipitada, sin duda, por noticias como ésta que nos llega ahora desde UK. 
Por lo que a él, le dedico éstas otras:  NI DIOS   NI AMO
O como acaba de decir Stéphane Hessel: ¡Indignaos!  (Y actuad)

(poetryandmore)
P.D.: todos los autores citados en este texto conocieron el exilio y, alguno como Hessel, todavía hoy.