Ya sabéis que la finalidad de este blog es reivindicar esa Literatura menos conocida o más olvidada... que aún hoy, siglos después, nos sigue enseñando y mucho; pues su inagotable y
atemporal pensamiento crítico, tan sagaz como indispensable, sigue siendo capaz de actuar como antídoto frente a nuestro actual modo de vida 'pos-moderno'... Y con esta intención se contraponen
aquí esos textos 'del pasado' a las noticias 'del presente...'
Y así viene siendo hasta hoy.
Pero no en esta entrada.
Permitidme que, por una vez, haga una excepción: que anteponga una noticia privada (mi interés individual) por encima de una noticia pública (de interés general). Lo entenderéis enseguida: esta semana he perdido a una de mis mejores amigas: Rosita Sabat.
Y puesto que este es un blog literario, intentaré resumir quién era ella para mí usando un símil literario. Si tuviera que explicar la importancia de Rosita en mi vida y mi vida fuera una novela:
Ella no habría sido el título, ni el tema, ni el argumento, ni el motivo principal...
Ella habría sido el hilo conductor que recorre toda la trama...
Y lo de hilo viene a cuento no sólo porque era conocida por muchos como Rosita de Vilsa (sastrería que regentaba con talento, oficio y un gusto exquisito junto a su marido Pedro, y de la que todo el barrio salía un poco más feliz y un poco más guapo) o porque cosió, reinterpretó y mejoró cada una de las prendas importantes que cuelgan en mi armario... hasta, no hace tanto, mi vestido de novia... boda en la que además iba a ser mi madrina... si no, sobre todo, porque sin hilo conductor cualquier historia -léase vida- carece de sentido.
El hilo conductor es el que apuntala, hilvana y cose -esto es, dota de sentido- todo lo narrado... y eso representó ella para mí.
Porque pronto pasamos de hablar de modistos, telas y costuras... a hablar de literatura... y, ya se sabe, no hay mejor referente ni más certero de lo que es la vida, que la literatura; por lo que, sin darnos apenas cuenta, cada vez hablabamos más. Porque de todas -tantas- cualidades, experiencias y regalos que compartí con ella, una de las que más echaré de menos era nuestras largas, larguísmas conversaciones cotidianas... en las que nada estaba escrito: nos poníamos al día, nos aconsejábamos, nos apoyábamos... o, a veces, simplemente nos refugiábamos para compartir confidencias de nuestro mundo interior con la tranquilidad de que jamás iban a ser reveladas ni traicionadas... al tiempo que comentábamos y nos enscandalizábamos con lo que sucedía en el mundo exterior. Y también nos reíamos, sí, mucho. Y todas la veces (con sorpresa por cuánto había durado de nuevo la charla) nos despedíamos a todo correr... pero no para siempre... claro. Pues a pesar de que también hablamos mucho de la muerte, de su muerte, me ha pillado desprevenida, quizás porque con Rosita la expresión de 'alma gemela' adquirió todo su significado para mí.
Por ello, el poema de esta semana -aunque bastante conocido, muy hermoso- es por y para mi querida Rosita; para expresar en palabras -si eso es posible- por lo menos una parte del inmenso vacío que supone tu ausencia. Es de mi poeta preferido W. H. Auden de su libro: Los Srs. del Límite
Detened los relojes, descolgad el teléfono,
Evitad el ladrido del perro con un hueso entre los dientes
Silenciad los pianos y con un tambor ahogado
Sacad el féretro a hombros, dejad que se acerquen los dolientes.
Y así viene siendo hasta hoy.
Pero no en esta entrada.
Permitidme que, por una vez, haga una excepción: que anteponga una noticia privada (mi interés individual) por encima de una noticia pública (de interés general). Lo entenderéis enseguida: esta semana he perdido a una de mis mejores amigas: Rosita Sabat.
Y puesto que este es un blog literario, intentaré resumir quién era ella para mí usando un símil literario. Si tuviera que explicar la importancia de Rosita en mi vida y mi vida fuera una novela:
Ella no habría sido el título, ni el tema, ni el argumento, ni el motivo principal...
Ella habría sido el hilo conductor que recorre toda la trama...
Y lo de hilo viene a cuento no sólo porque era conocida por muchos como Rosita de Vilsa (sastrería que regentaba con talento, oficio y un gusto exquisito junto a su marido Pedro, y de la que todo el barrio salía un poco más feliz y un poco más guapo) o porque cosió, reinterpretó y mejoró cada una de las prendas importantes que cuelgan en mi armario... hasta, no hace tanto, mi vestido de novia... boda en la que además iba a ser mi madrina... si no, sobre todo, porque sin hilo conductor cualquier historia -léase vida- carece de sentido.
El hilo conductor es el que apuntala, hilvana y cose -esto es, dota de sentido- todo lo narrado... y eso representó ella para mí.
Porque pronto pasamos de hablar de modistos, telas y costuras... a hablar de literatura... y, ya se sabe, no hay mejor referente ni más certero de lo que es la vida, que la literatura; por lo que, sin darnos apenas cuenta, cada vez hablabamos más. Porque de todas -tantas- cualidades, experiencias y regalos que compartí con ella, una de las que más echaré de menos era nuestras largas, larguísmas conversaciones cotidianas... en las que nada estaba escrito: nos poníamos al día, nos aconsejábamos, nos apoyábamos... o, a veces, simplemente nos refugiábamos para compartir confidencias de nuestro mundo interior con la tranquilidad de que jamás iban a ser reveladas ni traicionadas... al tiempo que comentábamos y nos enscandalizábamos con lo que sucedía en el mundo exterior. Y también nos reíamos, sí, mucho. Y todas la veces (con sorpresa por cuánto había durado de nuevo la charla) nos despedíamos a todo correr... pero no para siempre... claro. Pues a pesar de que también hablamos mucho de la muerte, de su muerte, me ha pillado desprevenida, quizás porque con Rosita la expresión de 'alma gemela' adquirió todo su significado para mí.
Por ello, el poema de esta semana -aunque bastante conocido, muy hermoso- es por y para mi querida Rosita; para expresar en palabras -si eso es posible- por lo menos una parte del inmenso vacío que supone tu ausencia. Es de mi poeta preferido W. H. Auden de su libro: Los Srs. del Límite
Detened los relojes, descolgad el teléfono,
Evitad el ladrido del perro con un hueso entre los dientes
Silenciad los pianos y con un tambor ahogado
Sacad el féretro a hombros, dejad que se acerquen los dolientes.
Dejad que los aviones gimiendo nos sobrevuelen en círculo
Y que escriban en el cielo: ELLA HA MUERTO
Atadles a las palomas crespones alrededor de sus blancos cuellos
Y que los guardias de tráfico se enfunden guantes negros .
Ella era mi Norte y Sur, mi Oriente y Occidente,
Mi semana de trabajo y mi domingo festivo,
Mi mediodía, mi medianoche, mi conversación y mi canción;
Pensaba que el amor era eterno; estaba equivocada.
Ahora, las estrellas ya no son deseadas, apagadlas todas;
Retirad la luna, al sol desmanteladlo;
Vaciad los océanos y los bosques taladlos;
Ahora, ya nada podrá llegar nunca a buen puerto.
No, nunca.
Ya nada será lo mismo... para su marido Pedro, sus hijas Marta y Ester, su hermana Josefina... para todos -tantos- los que la queríamos... Y entre el dolor y la rabia intentaremos seguir....
Si creyera que Dios existe, el odio que sentiría hacia él en estos momentos por 'habérsela llevado' antes de hora sería tanto, tantísimo... que, la verdad, sólo me haría aún más daño, sólo me embrutecería; aunque gracias al colegio de monjas católicas al que fui, no creo en Dios (ella tampoco... y siempre se reía cuando le decía que) si Dios se presentara ante mí lo primero que haría, sería -sin mediar palabra- darle una buena hostia, de esas que giran la cara... por permitir tanta maldad ¡Por permitir que ella sufriera! ¡Y a la mierda con esa pseudo-metafísica de que el hombre tiene que ganarse la fe, la vida... sufriendo! Venga ya.
Ella no necesitaba esa enfermedad para aprender a valorar la vida, ni para ser mejor persona. Al contrario, ejemplos como ella escasean cada vez más. A Rosita le quedaba mucho por hacer aquí: día a día nos enseñaba cómo sí hay que ser; siempre nos mostraba cuál era el camino correcto para dar felicidad, para ser más felices... para hacer el bien.
Ya nada será lo mismo... para su marido Pedro, sus hijas Marta y Ester, su hermana Josefina... para todos -tantos- los que la queríamos... Y entre el dolor y la rabia intentaremos seguir....
Si creyera que Dios existe, el odio que sentiría hacia él en estos momentos por 'habérsela llevado' antes de hora sería tanto, tantísimo... que, la verdad, sólo me haría aún más daño, sólo me embrutecería; aunque gracias al colegio de monjas católicas al que fui, no creo en Dios (ella tampoco... y siempre se reía cuando le decía que) si Dios se presentara ante mí lo primero que haría, sería -sin mediar palabra- darle una buena hostia, de esas que giran la cara... por permitir tanta maldad ¡Por permitir que ella sufriera! ¡Y a la mierda con esa pseudo-metafísica de que el hombre tiene que ganarse la fe, la vida... sufriendo! Venga ya.
Ella no necesitaba esa enfermedad para aprender a valorar la vida, ni para ser mejor persona. Al contrario, ejemplos como ella escasean cada vez más. A Rosita le quedaba mucho por hacer aquí: día a día nos enseñaba cómo sí hay que ser; siempre nos mostraba cuál era el camino correcto para dar felicidad, para ser más felices... para hacer el bien.
Y aunque prometo hacer lo que acordamos
(como intentar ser feliz aunque tú no estés)
...pues según dice Auden:
En lo que tocante al sufrimiento jamás se equivocaban
Los Grandes Maestros; hasta qué punto comprendían
Que hasta el martirio más terrible ha de seguir su curso.
Qué largo va a ser este invierno
Qué frío y
Qué triste..
Te quiero Rosita
(poetryandmore)